La iluminación de un cuadro es fundamental. Casi tan fundamental como colocarlo en un sitio y una altura adecuados. Porque un cuadro poco o mal iluminado va a determinar como se vea el cuadro y lo que éste transmita.
Las luces direccionales, lograrán acentuar y localizar la iluminación. Si bien, este tipo de luces, se instalan suspendidas desde el techo o en el suelo, también podrán emplearse soportes de pie o colocarse sobre la pared. Si lo que se desea es resaltar la textura del cuadro, lo ideal es colocar una o dos luces direccionales desde abajo o desde arriba.
En el caso de que el cuadro tenga cristal, para evitar reflejos y un efecto cristal, lo mejor es una iluminación indirecta, que ilumine la zona donde se encuentra el cuadro, pero no el cuadro en sí mismo.
Si lo que se pretende iluminar es un conjunto de cuadros, a menos que cada uno tenga un sentido iluminado por separado, lo más recomendable es iluminar el conjunto con un solo centro de luz. De esta forma, la iluminación no interfiere en el sentido de conjunto.
Los rieles que se utilicen para iluminar los cuadros, siempre deben ser del mismo tamaño que el cuadro que vayan a iluminar para que no queden partes oscuras o poco iluminadas.
Las bombillas de bajo consumo o leds son ideales para este tipo de iluminación, porque las halógenas al ser más potentes pueden dañar el cuadro.
Además, es importante tener en cuenta el calor que emite el foco, porque puede decolorar el cuadro. Para una iluminación adecuada, que no deteriore el color del cuadro, el foco de luz deberá ubicarse a unos 25 cm. de distancia.
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