Arte

¿Eres capaz de nombrar tres pintoras más allá de Frida Kahlo? (Parte II)

Después de una primera parte en la que hablamos sobre Anguissola, Morisot y Krasner, volvemos a la carga con otras tres artistas cuyo nombre has de aprenderte para siempre.

Imagina que vas por la calle y de repente te paran de un concurso de la tele y te dicen que ganas cien euros por cada nombre de pintora que sepas decir. O mil euros, mucho mejor. Y dicen: “¡Tiempo!”. Y claro, quitando a Frida Kahlo, Sofonisba Anguissola, Berthe Morisot y Lee Krasner, de las que hablamos la última vez y que ahora ya deberías conocer, no sabes decir ninguna más. Sería un horror. Perderías mucho dinero. Y harías el ridículo, que ya no sabes qué es peor.

Esto para nada está basado en una fantasía recurrente de quien esto suscribe, pero si ocurriese (que aunque hay pocas posibilidades, al menos las hay), no nos perdonaríamos que no supieras la historia de más pintoras. Así que continuamos este ciclo con otros tres nuevos nombres de artistas que más vale que recuerdes (por si te paran por la calle y te sirve para ganar dinero).

Clara Peeters

Se saben poquísimas cosas a ciencia cierta sobre la vida de una de las mejores pintoras de la historia de los Países Bajos. Precursora de las naturalezas muertas, se tienen dudas sobre dónde nació y cuándo, pero se sospecha que fue entre 1580 y 1595 y, su muerte, después de 1621 –hacia 1659 apuntan algunos estudiosos-. Porque la biografía de Peeters es la biografía de sus cuadros (que en todo el mundo solo son 39 obras con su firma o con indicios suficientes para atribuírselos).

Autorretrato. (Colección privada) - Imagen vía Veryleer

UX quarterly sales are at an all-time low productize, nor price point not the long pole in my tent De origen flamenco, es casi seguro que, si no nació, al menos sí vivió en Amberes, pues de allí eran seis de los soportes que usó para sus cuadros, la marca de los cuchillos que inmortalizaba en sus pinturas (en aquella época, cada comensal llevaba sus propios cuchillos, que se entiende que luego fregaban por turnos) y así aparece en un documento de 1635 que habla sobre una de sus obras de 1608.

Es muy probable que tratara comúnmente con marchantes de arte pues sus obras aparecieron en España, Francia, Alemania o Inglaterra en los siglos posteriores. Al tener negado el estudio de anatomía, se convirtió en una maestra del bodegón, mezclando cerámicas y cuberterías junto a pescados, aves, hortalizas y flores.

Queso, almendras y pretzels. (Mauritshuis - La Haya) - Imagen vía Veryleer

Fue pionera del autorretrato oculto, inmortalizándose en miniatura en los cuadros que pintaba en el reflejo de vasos y cacharros. En 2016 fue la primera mujer a la que el Museo del Prado le dedicó una exposición siendo ella protagonista.

Eva Gonzalès

Tuvo una vida breve (1849 – 1883), pero en sus 34 años de vida, esta parisina descendiente de españoles entró en el impresionismo por la puerta grande. Hija de una familia burguesa (su padre, novelista; su madre, compositora), recibió una educación exquisita rodeada de la crème de la crème de la jet set bohemia.

Retrato de un mujer joven - Imagen vía Wikioo

Tuvo una vida breve (1849 – 1883), pero en sus 34 años de vida, esta parisina descendiente de españoles entró en el impresionismo por la puerta grande. Hija de una familia burguesa (su padre, novelista; su madre, compositora), recibió una educación exquisita rodeada de la crème de la crème de la jet set bohemia.

Estuvo, como se puede observar, muy influenciada por Edgar Degas, pero se alejó de los salones oficiales como hizo su maestro Manet, que murió apenas cinco días antes que ella. Gonzalès se había casado con el grabador Henri Guérard en 1879 y con él tuvo una hija, Julie, aunque el parto fue terriblemente complicado y murió de una embolia que el dar a luz le había provocado.

Retrato de la mujer de blanco - Imagen vía Wikimedia

Fue enterrada en el Cementerio de Montmartre, y ahí sigue, esperando que la historia la coloque en el lugar que merece.

Elaine de Kooning

Vamos con Elaine Marie Fried, nacida en el Brooklyn neoyorquino el 12 de marzo de 1918. Radical retratista y de pintada gruesa y agresiva (“Cuando pinto un retrato no pienso en nada más que en colores y formas. Pinto emocionalmente y la imagen siempre nace de esa emoción”, zanjó), Elaine aprendió dibujo a los cinco años y en la escuela ya vendía las estampas que hacía de sus compañeros.

Elaine de Kooning - Fotografía vía ConchaMayordomo

Pasó por varias escuelas, donde fue forjando un estilo de postulados graves y firmes. Decía: “Para mí, una pintura es ante todo un verbo, no un sustantivo. Un evento primero y, solo de manera secundaria, una imagen”. O: “Cuando pinto un retrato, pinto a la persona. Nunca pinto a la gente sonriendo porque las sonrisas son una respuesta a los demás. Un retrato debe ser una respuesta a la propia soledad del modelo”. Conoció a su marido, el archiconocido Willem de Kooning, en una cafetería de Manhattan, cuando ella tenía 20 años y él 34. La relación fue desigual, con Willem, toda una estrella del expresionismo, criticando y a veces destruyendo las obras de su esposa. Se casan en 1943, comparten taller y desván, pero el alcoholismo es demasiado. La solución: una relación abierta. Y tan abierta fue que dejan de vivir juntos 1957 pero se quieren tanto que jamás se divorciaron. Ella cuidaría de él a partir de 1976, cuando le diagnostican Alzheimer, aunque ella moriría antes en 1989, víctima de un cáncer de pulmón por tantos años como fumadora.

Aunque de facto lo era, jamás se vio eclipsada por su marido. “No pinto a la sombra de Willem, pinto bajo su luz”, adujo, y sin embargo, cambió su firma por sus iniciales (E d K) para ser reconocible. Pintaba en base a brochazos, tras una dura etapa en la que había hecho sus mejores retratos, dejó de trabajar porque se encontraba ultimando varias obras sobre JFK cuando le asesinaron. Célebre profesora universitaria y escritora, siendo la primera artista norteamericana en asumir el papel de crítica de arte, en 1983 pudo visitar las cuevas de los Pirineos, obsesionada como estaba con Altamira y Lascaux (Francia).

Caballos en Pech Merle - Cave Walls XX - Imagen vía Incollect

Para ella, en el arte rupestre se encontraba el origen del expresionismo abstracto. Sacó una serie de pinturas, las Cave Walls, basadas en las siluetas de bisontes, toros, caballos… La reputación le llegó tarde, pero ahora su apellido no se asocia automáticamente a su marido.

Elaine de Kooning en el estudio - Fotografía vía NPR

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